En el firmamento del arte circense, el Circo Raluy Legacy brilla con luz propia, habiendo sido distinguido recientemente con el prestigioso Big Top Label. Este galardón lo sitúa entre los circos más destacados a nivel mundial, un logro sin precedentes para un circo español, y lo coloca en la élite de los circos europeos reconocidos por su excelencia. En febrero podrás ver el circo en Alicante y en junio de 2024 el circo en Burgos.

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Big Top Label: Un sello de calidad en el mundo circense
El Big Top Label es un reconocimiento de gran envergadura en el mundo del circo, equiparable a una estrella Michelin en gastronomía o un Oscar en cine. Este premio subraya la excelencia artística y cultural del Circo Raluy Legacy. Además, destaca su calidad, creatividad y compromiso con la preservación de la tradición circense y su atención al bienestar animal. Es un reconocimiento que celebra tanto la trayectoria histórica del circo como su capacidad para innovar y respetar los valores tradicionales.
La génesis del Big Top Label se remonta a una conferencia en el Parlamento Europeo en 2016, iniciativa del eurodiputado húngaro István Ujhelyi. Su objetivo era preservar los valores circenses y fomentar el desarrollo artístico, una misión que se integró en el «Año Europeo del Patrimonio Cultural 2018», enfatizando la relevancia cultural del circo en Europa.
Celebrando un futuro brillante
La próxima gala de premiación en el Parlamento Europeo será un momento de gran orgullo para el Raluy Legacy, donde se reconocerá su contribución a la cultura circense española y europea. Este honor del Big Top Label es un reconocimiento a años de pasión, dedicación y arte, posicionando al Raluy Legacy como un faro de excelencia y un emblema de la cultura circense. Con este premio, el Circo Raluy Legacy no solo honra su pasado glorioso, sino que también marca el camino hacia un futuro lleno de innovación, creatividad y maravilla circense.
Raluy Legacy: Un reflejo de la cultura del circo en Valencia
El Raluy Legacy regresa a Valencia con “In art we trust“, una producción que ya ha cautivado a más de 300,000 espectadores. Bajo la dirección de Kerry y Louisa Raluy, el espectáculo del Circo en Valencia será una experiencia inolvidable con actos como Els Triplets en el trapecio, la magia de Rodrigo Tolzen y la emocionante rueda de la muerte del dúo Valencia. Esta actuación es una cita imprescindible para los aficionados al circo y la cultura.
La historia de un Legado circense
El Circo Raluy tiene sus orígenes a principios del siglo XX en Cataluña, comenzando como una empresa familiar en ferias ambulantes y evolucionando hacia el espectáculo circense. A lo largo de los años, ha mantenido la esencia de los circos tradicionales, destacando por su fidelidad a los actos clásicos como la acrobacia, el malabarismo y el equilibrismo.
Dirigido por generaciones sucesivas de la familia Raluy, el circo ha sabido adaptarse a los cambios de cada era, introduciendo innovaciones mientras se mantiene fiel al espíritu original del arte circense. Viajando por España y otros países, el Circo Raluy ha llevado su magia a múltiples generaciones de espectadores.
En la actualidad, el Circo Raluy Legacy sigue la tradición familiar, combinando lo clásico con lo moderno para atraer tanto a seguidores de siempre como a nuevos públicos. El circo no solo celebra su legado, sino que también se compromete a preservar una de las formas de arte más antiguas y encantadoras.
El circo clásico para los niños
La magia del circo clásico posee un encanto único e inolvidable, especialmente para los niños. Este mundo de maravillas se presenta como un tapiz colorido de emociones y sorpresas, donde cada acto es una puerta a lo imposible. Para un niño, el circo es un reino donde la realidad se dobla y lo extraordinario cobra vida.
Desde el momento en que las luces se atenúan y la música comienza, los pequeños espectadores son transportados a un universo de fantasía. Los payasos, con sus travesuras y bromas, provocan risas y alegría, enseñando a los niños el valor del humor y la risa. Los acróbatas desafían la gravedad con su destreza y agilidad, inspirando asombro y mostrando el límite de las capacidades humanas.
Los magos, con sus trucos e ilusiones, aportan un toque de misterio y asombro. Sus actos no solo entretienen, sino que también fomentan la curiosidad y la imaginación en los niños, invitándolos a preguntarse “¿cómo lo hicieron?”. Esta curiosidad es fundamental para el desarrollo cognitivo y creativo.
Además, el circo clásico enseña a los niños la importancia de la perseverancia y el trabajo en equipo. Cada número es el resultado de horas de práctica y coordinación, mostrando que el éxito es fruto del esfuerzo y la colaboración.
El circo es un espectáculo itinerante que combina diferentes formas de arte como el teatro, la danza y las acrobacias. A lo largo de la historia, el circo ha sido sinónimo de asombro y entretenimiento, ofreciendo a la audiencia una mezcla de emociones y sorpresas. Si nos preguntamos sobre qué es el circo lo podemos definir a través de su esencia: un espacio circular donde los artistas realizan sus actuaciones. Los números circenses pueden incluir payasos, equilibristas, malabaristas y actos con animales, aunque en las versiones contemporáneas el enfoque suele estar en la habilidad humana.
El origen del Circo Raluy: Una empresa familiar de más de 5 generaciones
Francisco Raluy, originario de Fonz (Huesca), era un joven aventurero que aprendió a hacer malabares y viajaba con una cabra y un oso por pequeñas aldeas para ganarse la vida. En aquellos tiempos no había carpas, circos ni caravanas. Francisco y su esposa realizaban giras durante los meses más cálidos y, en invierno, se quedaban donde el frío les sorprendía, esperando el buen tiempo para retomar su vida nómada.
En el invierno de 1911, mientras se encontraban en Carcasona (Francia), nació su hijo, Luis Raluy Iglesias, el 11 de febrero. Este acontecimiento cambió la visión del futuro de Francisco, ya que ahora eran una familia.
De regreso a España, se asentaron en Sant Adrià de Besòs, cerca de Barcelona. Luis creció escuchando las historias de la vida de saltimbanqui de su padre y desarrolló una pasión por el circo. Desde muy joven se dedicó a la gimnasia, entrenando acrobacias y barras fijas en las playas de la Barceloneta. Fue entonces cuando el barrista Juanito Siles lo integró en su trío de barras, permitiendo a Luis seguir los pasos de su padre con resultados impresionantes. Se destacó en los números de barras de los Oliveras y los Keystone, actuando en las pistas europeas más prestigiosas de la época de entreguerras.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Luis regresó a su hogar en Sant Adrià de Besòs. En Barcelona, el London Bar en la calle del Conde de Asalto (hoy Carrer Nou de la Rambla) se convirtió en el punto de encuentro y refugio de los artistas españoles. Allí, entre fotos en blanco y negro y el humo de los cigarrillos, se compartían historias y técnicas circenses, retos y lecciones, alimentando sueños de futuros espectáculos.
Luis Raluy, un asiduo del London Bar, rápidamente encontró contratos en los mejores circos españoles de la época: Feijóo, Royal, Amoros Silvestrini. Durante estas giras conoció a su esposa, Marina Tomàs Jorba, con quien tuvo cuatro hijos en Sant Adrià: Luis, Carlos, Eduardo y Francis. Luis padre, trabajador, ambicioso y creativo, construyó su propio cañón de aire comprimido, convirtiéndose en uno de los primeros “Hombres Bala” europeos.
A partir del final de la Segunda Guerra Mundial, este número le llevó a la fama en los mejores circos europeos: Cirque d’Hiver de Paris, Cirque Bouglione, Chipperfields Circus y Cirque Amar. Sus hijos, Carlos, Luis y Eduardo, se convirtieron en talentosos acróbatas, continuando el legado familiar en las barras fijas.
En 1960, gracias a un contrato con el Circo Brasil, la familia Raluy emprendió una gira mundial que los llevó desde Madagascar hasta Hong Kong, pasando por lugares como la isla de la Reunión, Dar es Salaam, Lago Victoria, Kampala, Nairobi, Kilimanjaro, Mombasa e Isla Kaulin.
Al regresar a Barcelona, la familia Raluy fue víctima de las inundaciones de 1963, perdiendo todas sus propiedades y ahorros de años de trabajo. Sin embargo, Luis Raluy no se dejó vencer por las adversidades. Sus números de barras fijas, de hombre bala y su última invención, el Triple Salto Mortal en Automóvil, volvieron a entusiasmar al público, llenando los graderíos de los circos Moira Orfei (Italia, años sesenta), Toni Boltini (Holanda, 1968-69) y Amar (Francia, 1970-71).
El Raluy sigue siendo una empresa familiar, transmitiendo su pasión por el circo de generación en generación y destacándose como un legado vivo del arte circense.